El jabalí, se caza de día... y se cobra de noche

Relato: Titin

En esta nuestra modalidad de caza, esa que tanto buenos momentos nos da y sensaciones, se caza mucho, quizás más que en otras modalidades, si no, la que más. 
Para los ojos de un profano hacer una espera se limita a colocarse en un sitio en concreto y matar un animal a traición.
Pero para los ojos de un cazador a cualquier naturalista (si, persona que ama la naturaleza, como nosotros) que haya querido fotografiar u observar un animal en su medio natural, sabe lo complicadísimo que resulta estar en el sitio adecuado en el momento adecuado sin ser detectado. 
Para lograr esto, son muchas las horas que pasamos en el campo observando y buscando indicios de por dónde pueden moverse los animales buscados. 
Cualquier persona que elija un sitio, al buen tun tun, nunca llegará a tener un lance y si lo tiene, será fruto de una rarísima casualidad.

Todo buen aguardista que se precie ha estado “cazando” durante muchos días e incluso meses en el campo siguiendo las querencias de los animales, donde va, donde come, donde se baña, si es grande, pequeño, hembras con crías… y un largo etc. 
Todos estos datos no se recopilan es dos días, hemos de “cazar" durante muchas jornadas antes de intentar cobrar pieza alguna. 
Ninguna otra modalidad exige tanto antes de producirse el cobro.
Después de meses estudiando el comportamiento de los animales llega el momento de la ubicación del puesto, labor que también se realiza de día. Seguimos cazando de día… 
Una vez que tenemos todo atado y bien dispuesto, la administración nos concede los permisos pertinentes… y llega el momento de intentar el cobro. 
Labor que como todos sabéis realizamos por la noche, unas veces dejándonos comer por el frío y otras por los mosquitos. 
Muchas muchas veces no logramos cobrar ningún animal, y por eso no hemos estado cazando? Ni mucho menos. 
En cierta ocasión, ya pueden haber pasado 4 o 5 años, estuve cazando durante más de un año a cierto animal. 
Un día me encontré por casualidad sus enormes huellas en un camino, en principio pensé que eran de un ciervo pero en seguida vi que eran de todo un viejo y señor jabalí, durante meses estuve cazando detrás de él, llegaron la épocas de esperas por daños, solo tuve una fugaz visión de él. 
 


Otros pocos meses más detrás de él, alimentándolo, adivinando sus movimientos, ya en la temporada, noches frías de aguardo intentando su cobro y nada, algún día un chasquido, una fugaz sombra comiendo en lo “tapado, algún bufido por adivinar mi presencia, pero nunca pude dispararle.




Así me tuvo más de un año ese animal, hasta que un día escuche en el bar que fulano había pillado con el coche un jabalí enorme en el “raso”.










Enseguida se me vino a la mente el que andaba cazando. Nunca más volvió a comer cerca del puesto, nunca más volvió a llenarse del barro rojo que tanto le gustaba, nunca más me gruñó. 
Triste y mediocre final para el que me ganó la partida más de un año.
Y estuve un año sin cazar?
Es el año que más he cazado, con diferencia, y el que menos piezas cobré. Y ahora, pensándolo, de los mejores que me lo pasé. 
Así que compañeros, cazad mucho, todo lo que podáis, más que nadie. 
Aunque cobréis menos piezas, seréis los que más disfrutéis.